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Aldaz S. et al. Competencias laborales en el sector turístico: un modelo de formación profesional
ISSN-E: 2542-3401, ISSN-P: 1316-4821
Universidad, Ciencia y Tecnología,
Vol. 27, Núm. 119, (pp. 41-51)
Es así, según Ramírez [19] que en las diversas áreas del sector se requiere determinadas competencias para
un desempeño exitoso y mayores posibilidades de empleabilidad. Eso significa, que el profesional en turismo
debe contar con un perfil que le permita dirigir, manejar, operar y controlar una organización turística y una
adecuada vinculación, concertación, comunicación con el turista potencial y real.
Los cambios en la intermediación turística Aneas [20]. Asevera que, con la aparición y desarrollo de las
Tecnologías de la información y comunicación, el desarrollo de Internet se ha globalizado un poco todo, ya que
han aparecido nuevos destinos turísticos, se han internacionalizado las empresas turísticas y han entrado en
el mercado aérea las compañías de bajo coste. Internet mejora las relaciones tanto con los clientes como con
los proveedores y es más barato utilizarlo para cualquier comunicación entre ellas. Debido a que los costes
fijos de viajar se han reducido gracias también a las low-cost, la población realiza viajes más cortos y con
mayor frecuencia a lo largo del año. Esto implica la opción que tiene el turista de comprar on-line parte de su
viaje a un intermediario y la parte restante a los proveedores directamente.
D. Practicas del talento humano-Turismo rural
El turismo rural- comunitario, hoy en día representa una oportunidad de ingresos y de desarrollo sostenible
para las comunidades, dado a la riqueza de sus recursos y potencialidades turísticas que a su vez se
convierten en atractivos que benefician de una u otra forma la actividad económica del sector. Como ya es
sabido el Turismo ha sido considerado un eje estratégico para las naciones del Mundo. Muestra de ello es el
reconocimiento que a través de los organismos internacionales dedicados al estudio de esta rama le han
concedido preponderancia a este sector.
El turismo genera riqueza, empleo, inversión, mejoras de las infraestructuras de comunicación, creación de
tejido empresarial y cambios culturales. Todo ello redunda en la mejora de los niveles de renta, de las cifras de
desempleo y de las expectativas socioeconómicas de las poblaciones que residen en las áreas receptoras. Las
consecuencias de estos impactos positivos, especialmente en espacios económicamente desfavorecidos o
subdesarrollados, se han impuesto en términos generales a los posibles efectos nocivos que, por distintos
motivos, han sido consciente o inconscientemente obviados o sencillamente asumidos en beneficio del
desarrollo económico. De este modo no faltan ejemplos de países o regiones económicamente pobres o
marginales que, deseosas de prosperidad, han visto en el turismo la solución a sus dificultades históricas, el
remedio al subdesarrollo, la pobreza, la carencia de infraestructuras y el freno a la emigración. Así mismo, el
sector empresarial, interesado en la apertura de nuevos mercados y áreas de inversión vírgenes, ha
observado con prontitud las ventajas de esos destinos potenciales, a lo que se suma el atractivo que estos
generan en una demanda que busca nuevos rumbos, baratos, sugerentes y con capacidad de atracción por
sus valores naturales o culturales. Una prueba fehaciente de la visión del turismo como herramienta de
desarrollo económico la ofrecen tanto el Código Ético Mundial para el Turismo como la campaña “El Turismo
es Riqueza”, iniciada en febrero de 2004 por la OMT. Sin embargo, el desarrollo del turismo, especialmente en
espacios rurales, no está exento de riesgos, de forma que numerosos especialistas coinciden en señalar la
necesidad de promoverlo en conexión con las nuevas necesidades ligadas a la calidad de vida, la protección
del medioambiente y del patrimonio cultural [21].
Los espacios rurales, además de conservar las funciones tradicionales de producción de materias primas
agrarias y minerales, desempeñan otras como el mantenimiento de los equilibrios ambientales, la reserva de
suelo y de patrimonio natural y cultural. En un contexto donde la sociedad y la organización del espacio
responden a las necesidades de un mundo urbano, desde una perspectiva global y estratégica ya no interesa
tanto ocupar físicamente todo el territorio, ni que todo el espacio rural mantenga población ni que esta
trabaje mayoritariamente en actividades agrarias. En este sentido, según García [22] los pueblos que se
intuyen a cuarenta o cincuenta años vista no tendrán más que una minoría de agricultores, siendo los
servicios, las actividades industriales de transformación de materias primas agrarias y naturales y los trabajos
ambientales las actividades que ocupen a la mayor parte de sus poblaciones. Ante este escenario Europa ha
puesto especial interés en conservar la actividad agraria como fórmula para mantener el paisaje como
expresión de la identidad regional, soporte de actividades económicas como el turismo y recurso fundamental
para la calidad de vida. Pero ¿es posible conservar un paisaje sin mantener, tal cual era, la actividad económica
y la cultura productiva que lo generó?