
I. INTRODUCCIÓN
Comúnmente los niños tienden a confundir información y pronunciar mal las palabras, por lo que las
instituciones deben fomentar aún más las habilidades de escucha a través de rimas y pares mínimos con
sonidos consonánticos. La escucha activa se basa en enseñar al individuo a pensar antes de hablar y actuar,
permitiéndole el desarrollo de las relaciones personales y ayudándole a que descubra las preferencias,
inquietudes y necesidades de las otras personas, a que incremente su seguridad y la capacidad de hacer
amigos, también fomenta el adecuado desempeño en equipos incentivando el liderazgo. Hernández y Lesmes
consideran la escucha activa como componente relevante para el diálogo, lo que significa que cuando el niño
escucha de forma activa existe un dominio para dominar la conversación hacia el objetivo propuesto,
logrando que tenga la capacidad para influir sobre los demás [1].
Por su parte, Miguens [2], indica que el saber escuchar corresponde a la habilidad principal en el proceso de
enseñanza y aprendizaje; así también, el autor considera que la escucha, es aquel elemento esencial de la
comunicación y la democracia en el salón de clases, puesto que si no hay una actitud de escucha activa
respecto a todo lo que se realiza dentro del aula, resultará inútil para los objetivos educacionales en el
desarrollo humano y social del niño. Por lo tanto, la escucha activa se refiere a escuchar y entender la
comunicación desde la perspectiva de quien habla; el logro de dicho entendimiento – desde la posición del
receptor del mensaje – constituye el desarrollo de la empatía, como la habilidad de colocarse en el lugar del
otro, asimismo, es considerada como la actitud esencial de las relaciones interpersonales, puesto que al
escuchar con empatía se establece el empeño por comprender lo que siente la persona que habla en cada
momento.
Considerando lo anterior, la escucha activa es aquel esfuerzo mental y físico para recibir con atención el
mensaje completo a través de la comunicación verbal. Contar con esta habilidad hace posible que se detecten
los estados de ánimos, valoraciones, emociones y actitudes que posee el individuo con el que se está
estableciendo la comunicación, es decir, es posible detectar inconvenientes a tiempo y disminuir los
malentendidos. Por otra parte, una buena escucha activa le permite al niño una correcta pronunciación, y
para que ésta sea eficaz, es necesario repetir cada palabra reiteradas veces, de forma que se imite la
pronunciación ejemplo que da el docente, dividiéndola en sílabas cuando lo amerite [3]. Luego de que se haya
repetido la palabra, es crucial que se incluya dentro de una frase a fin de que se practique tanto la entonación
como la unión de sílabas, finalmente cuando exista el hábito de pronunciar las palabras apropiadamente, los
sonidos se podrán reproducir correctamente.
En el trabajo de Setter [4] se indica que la pronunciación es uno de los elementos lingüísticos más relevantes
en el aprendizaje ya que a través de él se obtiene una comunicación oral exitosa, de manera que la
pronunciación es clave en la vida social y personal de cualquier persona. Incluso, es el aspecto lingüístico que
más asociado está a los conceptos de pertenencia al grupo e identidad personal. Beebe citado en [5], afirma
que el sencillo acto de pronunciar implica una parte fundamental de aquello que expresamos a otros sobre
los demás y sobre nosotros mismos. De modo que, una persona con una deficiente pronunciación, no
importando si su gramática es excelente, no puede ser considerada un buena aprendiz, puesto que tenderá a
desviar la atención de quien escucha el mensaje hacia la forma en que tal mensaje es emitido, debido a que lo
que dice puede escucharse poco serio. Por ello, es importante que el maestro cuente con un conocimiento
general respecto a las teorías del aprendizaje en general, y también en cuanto al aprendizaje de lenguas,
especialmente todo lo que tenga que ver con la fonética y la fonología.
ISSN-E: 2542-3401, ISSN-P: 1316-4821
Universidad, Ciencia y Tecnología,
Vol. 28, Núm. 123, (pp. 31-39)
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Chulde S. et al. Análisis de las habilidades de escucha a través de rimas y pares mínimos consonánticos