ISSN-E: 2542-3401, ISSN-P: 1316-4821
Universidad, Ciencia y Tecnología,
Vol. 28, Núm. 124, (pp. 59-66)
Los resultados encontrados demuestran que existe nivel moderado de violencia severa con tendencia a alta
(x
= 27,02), por lo tanto, según las variables sociodemográficas, la probabilidad de padecer mayor violencia
severa (p< 0,05) se encuentra en mujeres con niveles de escolaridad bajos, dependen económicamente de la
pareja, en situación de casadas o convivencia, con hijos, de zonas rurales y que aún mantienen una relación de
pareja.
Las mujeres adultas > 30 años tienen mayor probabilidad de padecer violencia severa que las mujeres
jóvenes < 30 años, sobre todo cuando dependen económicamente de la pareja, debido a que no trabajan o
han perdido el trabajo, principalmente durante el confinamiento por la pandemia, aumentando los intentos de
los agresores de ejercer el poder y control coercitivo; además, a nivel comunitario se encontró mayor
prevalencia de la violencia de acuerdo con la zona geográfica. En este sentido, se observó que las mujeres de
las zonas rurales padecen en mayor medida, violencia de género, naturalizada como algo normal por las
características socioculturales que en la actualidad se siguen observando dentro de las comunidades distantes
a las zonas urbanas.
Las brechas de desigualdad educativa en el país ponen en riesgo a las mujeres que presentan limitaciones en
el acceso al servicio educativo, reduciendo su capacidad de desarrollo profesional, laboral y personal, por
tanto, al presentar niveles bajos de escolaridad lo más probable es que dependan de la pareja y solo se
dedique a las actividades domésticas, soportando y padeciendo los más altos niveles de violencia, afectando la
salud mental y la capacidad de crianza de los hijos.
La violencia hacia la mujer es un tema de gran relevancia en todo el continente, donde se ha visto que
existen brechas importantes en cuanto a las oportunidades laborales, relaciones sociales y valoración por
parte de los entes de seguridad y protección. En este sentido, se insta a las organizaciones encargadas y
pertinentes en cuanto a la violencia de género a tomar las acciones respectivas para mejorar los índices de
violencia al mismo que tiempo que se promueva una mujer más segura de sí misma, con autocontrol de las
emociones, con espíritu de superación y con actitud ante las relaciones de pareja.
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[1] A. Pérez-Martínez y A. Rodríguez-Fernández, «La violencia contra la mujer, una revisión sistematizada,»
Universitas, vol. 40, nº 1, pp. 139-158, 2024.
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[3] Organización Panamericana de la Salud, «La violencia contra la mujer es omnipresente y devastadora: la
sufren una de cada tres mujeres,» Oficina Regional para las Américas, Lima, 2021.
[4] A. Medina-Gamero y M. Regalado-Chamorro, «Pandemic, confinement and gender violence: A dangerous
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[5] F. Cabrales-Tejeda, R. Hidalgo-Ayala, G. Sosa-Bustamante, J. Luna-Anguiano, C. Paque-Bautista y G. AP,
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[7] D. Dutton y S. Painter, «Emotional attachments in Abusive Relationships: A test of Traumatic Bonding
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[8] L. Walker, «La teoría del ciclo de la violencia,» Harper and Row Publishers, Inc., New York, 1979.
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nacional,» Revista de Investigación en Ciencias Sociales, vol. 4, nº 14, pp. 453-462, 2021.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
Miaury-Vilca A. et al. Análisis de la violencia e índice de severidad hacia las mujeres