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González-Sánchez J. et al. Una mirada al estrés escolar y la autoeficacia académica en estudiantes
https://doi.org/10.47460/uct.v28i125.852
Una mirada al estrés escolar y la autoeficacia
académica en estudiantes
Jaime González-Sánchez*
https://orcid.org/0000-0001-6310-1659
jaime.gonzalez@educacion.gob.ec
Ministerio de Educación
Guayaquil, Ecuador
Mary Arteaga Rolando
mary.arteagar@ug.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-8356-9352
Universidad de Guayaquil
Guayaquil, Ecuador
Recibido (01/06/2024), Aceptado (02/09/2024)
A look at school stress and academic self-efficacy in students
Abstract.- School stress is present at many educational levels and can represent a problem when achieving
effective academic self-efficacy in young people. This study analyzed school stress to verify its possible
relationship with academic self-efficacy in adolescent students. A sample of 245 students was used, to whom
the academic self-efficacy scale and the systemic cognitive inventory (SISCO) were applied to determine the
possible relationship between these variables. The main findings revealed that school stress has a weak
positive relationship with academic stress, because, to achieve satisfactory results in academic performance,
there must be appropriate academic self-efficacy, which merits effort and commitment on the part of the
student, which causes stressful situations, inevitable for the achievement of objectives.
Keywords: academic self-efficacy, communication, school stress, stressors.
Resumen: El estrés escolar está presente en muchos niveles educativos y puede representar un problema a
la hora de conseguir una autoeficacia académica efectiva en los jóvenes. Este estudio analizó el estrés escolar
para verificar su posible relación con la autoeficacia académica en estudiantes adolescentes. Se utilizó una
muestra de 245 estudiantes, a los que se aplicó la escala de autoeficacia académica y el inventario cognitivo
sistémico (SISCO) para determinar la posible relación entre estas variables. Los principales hallazgos revelaron
que el estrés escolar tiene una bil relación positiva con el estrés académico, debido a que, para lograr
resultados satisfactorios en el rendimiento académico, debe existir una adecuada autoeficacia académica, lo
que amerita esfuerzo y compromiso por parte del estudiante, lo que provoca situaciones estresantes,
inevitables para el logro de los objetivos.
Palabras clave: autoeficacia académica, comunicación, estrés escolar, estresores.
*Autor de correspondencia: jaime.gonzalez@educacion.gob.ec
Tipo de artículo: artículo de investigación
Ramón Solís Zambrano
https://orcid.org/0000-0003-4949-7460
ramon.solis@educacion.gob.ec
Ministerio de Educación
Guayaquil, Ecuador
Susana Guaraca Parreño
https://orcid.org/0000-0003-2635-6622
susana.guaraca@educacion.gob.ec
Ministerio de Educación
Guayaquil, Ecuador
Verónica Briones Quito
https://orcid.org/0009-0000-0743-1290
ana.briones@educacion.gob.ec
Ministerio de Educación
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I. INTRODUCCIÓN
Los vertiginosos cambios provocados por la globalización exigen un crecimiento profesional en ciencia y
tecnología. De esta manera, el entorno educativo también se ve afectado por estos avances, pues los
educadores deben actualizar constantemente sus todos y estrategias para ayudar a los alumnos a adquirir
los conocimientos y desarrollar habilidades necesarias para mejorar su calidad de vida, estos cambios tienen
efectos desfavorables que provocan ansiedad, agotamiento mental y estrés para ambas partes, tanto
docentes como estudiantes. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud, afirma que el estrés puede
estar provocado por diversos factores, como los retos personales, la ansiedad ante el futuro, la presión por el
rendimiento académico y los problemas de aprendizaje [1]. También es conocido que, para estar a la
vanguardia de estos cambios, muchas veces los estudiantes son recargados con exceso de tareas escolares
que deben realizar en casa, y a menudo se enfrentan a circunstancias difíciles, sobre todo cuando hay dudas
del tema o no se han comprendido apropiadamente las clases, y una vez en casa ya no cuentan con el apoyo
del docente para aclarar sus dudas.
La falta de ayuda para realizar tareas escolares puede contribuir al estrés académico, que a su vez puede
llevar a los estudiantes a procrastinar, un comportamiento que adoptan como mecanismo para afrontar el
estrés relacionado con las tareas, ante esto el alumno simplemente ignora sus actividades educativas, y como
consecuencia de estas circunstancias estresantes disminuye su autoeficacia académica y lo conduce al bajo
rendimiento escolar. Las crecientes presiones académicas podrían explicar el alto índice de estrés que
experimentan los alumnos; las evaluaciones continuas, la abundancia de deberes y la falta de tiempo para
terminar las tareas son las principales fuentes de estrés [2].
En algunas regiones, el estrés se asocia a un bajo rendimiento académico, lo que provoca sentimientos de
ansiedad, nerviosismo y abandono, estas condiciones de estrés, a menudo se ven agravadas por las
exigencias que los profesores imponen a los alumnos cuando realizan sus presentaciones orales, las
actividades en clase que no logran entregar al docente porque no tienen tiempo suficiente para terminarlas, o
cumplir con sus tareas elaboradas en casa. Otro aspecto a tener en cuenta son las estrategias pedagógicas y
didácticas carentes de una metodología dinámica y activa, dando pasoa la apatía, cansancio y desinterés en el
alumno, que pueden convertirse en distracción y falta de atención durante la clase, consecuentemente, en
casa el alumno tiene dificultades para realizar las tareas propuestas por el docente porque no comprendió las
explicaciones dadas por el educador, estos estresores debilitan su autoeficacia académica y dificultan su
aprendizaje.
A. El contexto ecuatoriano
En Ecuador, los educadores utilizan distintos enfoques pedagógicos para vigorizar e inspirar a los estudiantes,
buscando estrategias para eludir la presión escolar y obtener excelentes resultados académicos, además, el
Instituto Nacional de Evaluación Educativa INEVAL, mediante las pruebas SER Estudiante, evalúa destrezas y
competencias en áreas del conocimiento de ciencias naturales, matemáticas, lengua y literatura, y ciencias
sociales, en escala cuantitativa de 400 a 1000 puntos, donde el nivel mínimo de desempeño es 700, sin
embargo, entre sus conclusiones menciona, que el grado mínimo de competencia y destreza no se alcanza en
determinados ámbitos del conocimiento, pero apenas se supera en otros [3]. Estas conclusiones pueden ser
preocupantes si se desea asegurar la calidad de la educación y el bienestar estudiantil.
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Las interacciones armoniosas entre profesores y alumnos pueden actuar como factores mediadores entre el
estrés académico y la autoeficacia académica, en este ambiente, los alumnos se sienten cómodos
compartiendo sus pensamientos y emociones, lo que aumenta su confianza para participar en clase, hacer
preguntas y aclarar cualquier confusión que puedan tener sobre conceptos que les cuesta entender, para
lograrlo es necesario mediar actividades que fomenten las habilidades socioemocionales e incorporen
metodologías cooperativas que incentiven la curiosidad y el interés por el aprendizaje, a su vez evitar el
cansancio mental y la apatía, que perjudican la función cognitiva. En este sentido, se destaca que para que los
alumnos adquieran empatía, confianza, responsabilidad, respeto y compromiso en clase, hay que fomentar
lazos proactivos entre profesores y alumnos, dado que el aprendizaje es un conjunto de interacciones
sociales, emocionales y psicológicas [4].
Para descubrir cómo se relacionan el estrés y la autoeficacia académicos, es necesario reconocer el valor
práctico del estudio, ya que ayudará a desarrollar programas para identificar, prevenir y gestionar el estrés
académico, así como para potenciar la autoeficacia escolar, de esta manera, la relevancia social se fomenta
por la contribución de la comunidad educativa y la información necesaria para reducir el estrés escolar a
través de medios innovadores y proactivos que mejoren el aprendizaje.
II. DESARROLLO
El estrés académico es una respuesta emocional y física que experimentan los estudiantes ante las
demandas y presiones del entorno educativo. Estas exigencias pueden incluir la acumulación de tareas, la
proximidad de exámenes, las expectativas de los profesores y la competencia con compañeros. Aunque un
cierto nivel de estrés puede ser motivador y ayudar a los estudiantes a rendir mejor, cuando se vuelve
excesivo o crónico, puede tener efectos negativos en la salud mental y física, afectando su rendimiento
académico y bienestar general. Este tipo de estrés se manifiesta de diversas maneras. Los estudiantes pueden
experimentar ansiedad, insomnio, fatiga, irritabilidad y dificultades para concentrarse. Además, el estrés
académico puede desencadenar respuestas físicas como dolores de cabeza, problemas digestivos y
debilitamiento del sistema inmunológico, lo que aumenta la susceptibilidad a enfermedades. Estos síntomas
no solo interfieren con la capacidad de aprender y retener información, sino que también pueden llevar a un
ciclo de bajo rendimiento y mayor estrés, creando una espiral negativa difícil de romper.
Las causas del estrés académico son multifactoriales, entre ellas, destacan la presión para obtener altas
calificaciones, las expectativas familiares, la sobrecarga de trabajo y la falta de tiempo para el ocio y la
relajación. Además, las características personales, como la autoexigencia, el perfeccionismo y las habilidades
deficientes de gestión del tiempo, pueden exacerbar el estrés. El entorno educativo también juega un papel
importante, ya que un ambiente competitivo, la falta de apoyo emocional y un currículo excesivamente
demandante pueden intensificar las sensaciones de agobio en los estudiantes. Por tanto, es crucial que las
instituciones educativas, junto con los profesores y las familias, reconozcan la importancia de gestionar
adecuadamente el estrés académico. Estrategias como la enseñanza de habilidades de manejo del tiempo, la
promoción de técnicas de relajación, y la creación de un entorno de aprendizaje más flexible y comprensivo
pueden ayudar a mitigar sus efectos. Además, fomentar una comunicación abierta y ofrecer apoyo psicológico
son esenciales para que los estudiantes aprendan a manejar el estrés de manera saludable, permitiéndoles
no solo alcanzar sus metas académicas, sino también mantener un equilibrio emocional y personal en su vida
cotidiana.
González-Sánchez J. et al. Una mirada al estrés escolar y la autoeficacia académica en estudiantes
Estudios previos han revelado que una serie de factores, como la abundancia de tareas escolares, la falta de
comprensión de algunos temas de aprendizaje, las aulas con exceso de estudiantes, el ruido constante de las
actividades extraescolares contribuye a incrementar síntomas de estrés y estrategias para afrontarlo, como el
aburrimiento, la distracción y comportamiento disruptivo (Fig. 1). De esta manera, el estrés es el resultado de
la tensión emocional provocada por la disminución del rendimiento académico del alumno; para ayudar al
estudiante a consolidar su conocimiento, por tanto, se requiere incluir actividades creativas y motivadoras [5],
[6]. Entre los elementos comprometidos por el estrés académico destaca la autoeficacia, un determinante
significativo de la responsabilidad, la perseverancia, el rendimiento académico y la disciplina de los alumnos
[7].
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Los estudios han indicado una relación importante entre el estrés escolar y la autoeficacia académica. Al
medir la frecuencia del estrés escolar, se han observado altos niveles de estrés en los estudiantes, por tanto,
se deben incluir programas de apoyo emocional para ayudar a gestionar el estrés, prevenir daños en la salud
y mejorar el bajo desempeño de académico [8], de forma similar, otros autores [9] afirman, que el estrés se
encuentra significativamente vinculado al bienestar mental de los alumnos, algunos estudiantes presentan
mayores niveles de estrés que los demás, causado por las actividades académicas, por lo tanto, es necesario
brindar apoyo y contención emocional a los estudiantes. Los estudios previos han demostrado que las
principales materias que causan estrés son aquellas relacionadas con la matemática y la física, y que el
cumplimiento de diversa variedad de tareas ocasiona la mayor ansiedad en los estudiantes.
Se ha observado que las diferentes medidas para evitar el estrés académico incluyen aquellas que ameritan
distracción, entretenimiento, y momentos de compartir entre amigos [10]. Además, las actividades
extracurriculares son también un mecanismo para alternar las actividades académicas, y fomentar un
equilibrio saludable entre las responsabilidades académicas y el bienestar personal. Estas actividades, como
deportes, arte, música, o participación en clubes estudiantiles, no solo permiten a los estudiantes despejar la
mente y reducir la tensión acumulada, sino que también promueven el desarrollo de habilidades sociales y
emocionales, incrementando su resiliencia frente al estrés.
Asimismo, es importante que los estudiantes aprendan a gestionar su tiempo de manera efectiva, dedicando
momentos específicos para el estudio, pero también asegurando tiempo para el descanso y la recreación.
Técnicas como la planificación semanal, el establecimiento de prioridades, y la división de tareas en
segmentos más manejables pueden ayudar a reducir la sensación de estar abrumado. Además, el apoyo
emocional de amigos, familiares y mentores puede ser clave para superar momentos de alta presión,
proporcionando un espacio seguro para expresar preocupaciones y recibir consejos constructivos.
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González-Sánchez J. et al. Una mirada al estrés escolar y la autoeficacia académica en estudiantes
fig.1. Factores que contribuyen al estrés.
Fuente: Generado con Dall-E.
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La comunicación entre compañeros durante el desarrollo de las actividades en clase es un predictor
significativo de la autoeficacia académica, en este entorno la expresión oral es un factor clave para determinar
la mejora del rendimiento académico, además, la comunicación entre compañeros también aumenta la
confianza de los alumnos, fomenta la participación y la interacción con los profesores y otros estudiantes.
También, la comunicación es crucial para fomentar la confianza y compartir conocimientos, lo que beneficiará
y repercutirá positivamente en el rendimiento académico de los estudiantes [11]. En efecto, se ha observado
que los estudiantes que colaboran entre para construir actividades en clase desarrollan confianza en
mismos y hacen preguntas al profesor para aclarar cualquier confusión que puedan tener.
Cuando los estudiantes ganan confianza en mismo, despiertan la atención, se mantienen motivados y
concentrados durante la clase, desarrollan autoconfianza y son capaces de identificar qué situaciones
despiertan su interés y su curiosidad, lo cual es importante para su comprensión y aprendizaje. Algunos
aspectos de los procesos cognitivos de los alumnos, como el aprendizaje, la creatividad y la atención, se
observan cuando ellos participan en actividades relevantes, por tanto, los docentes deben utilizar técnicas
para conseguir que los alumnos distraídos participen activamente en el aprendizaje [12].
Es importante resaltar que la excelencia académica se alcanza cuando los alumnos cumplen sus objetivos,
que incluyen mejorar su rendimiento escolar o sus calificaciones, destacar entre sus compañeros, ser
responsables, llegar a tiempo y cumplir las normas escolares, entre otras cualidades que los cualifican para
este concepto, por tanto, la excelencia académica se predice mediante la atención y la comunicación eficaz
entre los alumnos y el docente. Para ello es importante adoptar comportamientos positivos como la
comunicación asertiva, la motivación y buenos hábitos de sueño, y evitar los aspectos negativos que
desencadenen el estrés escolar para mejorar el rendimiento académico [13].
29
III. METODOLOGÍA
Este estudio fue de enfoque cuantitativo, de corte transversal, a nivel correlacional con un diseño no
experimental. La muestra fue conformada con 245 alumnos de un colegio público, elegidos mediante
muestreo probabilístico estratificado, de ambos sexos, con edades entre 14 y 18 años dispuestos a participar
en la encuesta. En la tabla 1 se presentan los criterios utilizados para la selección de la muestra.
Tabla 1. Criterios de inclusión y exclusión.
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Tabla 2. Factores del cuestionario de Humberto Blanco [14].
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La técnica para recolectar los datos de autoeficacia académica fue la escala de autoeficacia académica de
Humberto Blanco [14] (tabla 2), de 13 ítems en escala de Likert, la fiabilidad por Alfa de Cronbach fue de 0,80;
la consistencia interna en Spearman Brown fue de 0,944.
Para medir las fuentes que ocasionan el estrés académico, se aplicó el Inventario Sistémico Cognoscitivista de
Arturo Barraza [15], de 21 ítems; se confirmó la valoración mediante estadígrafo de Aiken; el coeficiente de
relación, claridad y relevancia fue 0,833, la fiabilidad por Cronbach 0,887, el coeficiente de confiabilidad
Spearman Brown 0,902.
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Tabla 3. Factores del cuestionario de Humberto Blanco [14].
IV. RESULTADOS
Los resultados mostraron que el estrés académico de los alumnos tiene un nivel medio en un 44% y bajo con
un 41%, y que un 15% declara niveles altos de estrés. Esto indica que 145 alumnos del nivel medio y alto
encuentran incómodas las actividades escolares, ellos muestran estrés académico al preocuparse por sus
calificaciones o sus tareas escolares en respuesta a las exigencias de rendimiento académico de los
profesores. Por el contrario, 100 alumnos de nivel bajo perciben las actividades académicas como ventajosas
para sus intereses y, como proceso natural, se ajustan a las exigencias del entorno. También responden
adecuadamente a los distintos requerimientos que encuentran en proceso de aprendizaje, como tareas,
exámenes, actividades en clase, presentaciones y exposiciones orales. Además, estos estudiantes perciben
eventos y situaciones que generan estrés en el ámbito académico, pero son capaces de desarrollar estrategias
de afrontamiento como solicitar mejorar sus actividades con bajas calificaciones y acudir al Departamento de
Consejería Estudiantil, para pedir guía en técnicas de estudio, que reducen el malestar.
También se observó que las estrategias de afrontamiento tienen mayor medida, con una media de 17,25 y
desviación estándar de 9,605; en los estresores como la falta de comprensión y la falta de tiempo para
desarrollar las actividades, la media fue de 15,10 y desviación estándar de 8,199; mientras que los síntomas
como cansancio mental y apatía tuvieron una media más baja de 11,98 y desviación estándar de 8,706.
Los resultados de autoeficacia académica oscilaron entre medio y alto, presentando una autoeficacia que
tiende a excelente. Se observó también que existe un nivel medio que representa el 51% de los participantes,
es decir, 124 estudiantes consideran que, aunque las actividades y tareas sean complejas tienen la voluntad y
la persistencia para completarlas y ejecutarlas efectivamente. Por otra parte, el 47% de los alumnos se sitúa en
el nivel alto, es decir, 116 alumnos que ven los problemas difíciles como retos que hay que superar,
desarrollan una gran afinidad en las actividades en las que participan y tienen una gran responsabilidad para
mejorar su desempeño e intereses. Sin embargo, 5 alumnos muestran poco interés por mejorar y escasa
dedicación a las actividades escolares, lo que constituyen el 2% que se encuentran por debajo de lo esperado.
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Las dimensiones de autoeficacia académica mostraron que los alumnos perciben un nivel muy aceptable de
rendimiento en sus tareas escolares, como lo demuestra su atención a las actividades en clase, las tareas en
casa, y su excelencia en la participación tanto individual como en grupo. La media para la atención fue de
16,19, con una desviación típica de 2,99, y la media para la excelencia fue de 13,16, con una desviación típica
de 2,37. La media para la comunicación fue de 10,07, con una desviación típica de 2,49, lo cual evidencia poca
fluidez en el diálogo.
Mediante Rho Spearman se encontró una relación entre la autoeficacia académica y el estrés escolar en
estudiantes, dada la asociación débil y positiva entre el estrés escolar y la dedicación de los estudiantes por
elevar su autoeficacia académica (Sig. 0,04 menor que 0,05 y Rho positivo 0,182).
CONCLUSIONES
Los resultados del estudio mostraron que la autoeficacia académica y el estrés escolar se sitúan en un nivel
alto y medio, respectivamente. Esto sugiere que los alumnos que se esfuerzan más en sus estudios
obtendrían mejores resultados académicos. En consecuencia, los alumnos que dan prioridad al proceso
formativo desarrollan conocimientos reales, se implican en un aprendizaje significativo y obtienen mejores
calificaciones.
Es significativo señalar que el análisis del coeficiente de correlación de Spearman muestra un vínculo Rho
positivo leve de 0,182 entre y el estrés escolar y la autoeficacia académica; por tanto, la autoeficacia crece en
proporción al estrés escolar. Los resultados positivos están garantizados siempre que el alumno se esfuerce
más durante el proceso de aprendizaje. Es importante señalar que el esfuerzo estudiantil ha permitido
grandes resultados a lo largo de la historia, permitiendo un aprendizaje significativo y valioso para diferentes
profesiones.
Es importante enfatizar que, los docentes deben implementar estrategias y técnicas de enseñanza para
reducir el efecto del estrés estudiantil y promover metodología dinámica y activa con la finalidad de mejorar la
comprensión y construcción del conocimiento en el estudiante. Sería prudente coordinar las actividades de
manera que el estudiante pueda disfrutar del tiempo libre, de sus familiares y amistades, de manera que las
actividades académicas puedan llevarse en consonancia con las otras.
Además, la promoción de una cultura escolar que valore el bienestar emocional del estudiante es clave para
optimizar el aprendizaje. Esto incluye la creación de entornos de apoyo en los que los estudiantes se sientan
seguros para expresar sus inquietudes y manejar sus niveles de estrés. Programas de asesoramiento, talleres
de manejo del estrés y la inclusión de prácticas de concientización pueden ser herramientas eficaces para
ayudar a los estudiantes a equilibrar su carga académica con su bienestar personal.
Es esencial que tanto los estudiantes como los docentes comprendan que un nivel moderado de estrés
puede ser motivador, pero debe ser gestionado adecuadamente para evitar efectos negativos. Los docentes,
al estar en la primera línea del proceso educativo, juegan un papel crucial en la identificación de signos de
estrés excesivo y en la intervención temprana. Esto no solo ayuda a prevenir el agotamiento académico, sino
que también contribuye a la creación de una experiencia educativa más enriquecedora y equilibrada para los
estudiantes.
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Jaime González Sánchez, de nacionalidad ecuatoriana, es doctor en Educación por la Universidad César
Vallejo en Piura, Perú. Desempeña un papel fundamental en el Ministerio de Educación del Ecuador, donde
contribuye con su amplia experiencia y su firme compromiso con el progreso educativo del país.
Mary Arteaga Rolando, de nacionalidad ecuatoriana, es doctora en Educación por la Universidad César
Vallejo en Piura, Perú. Actualmente, desempeña un rol destacado en la Facultad de Psicología de la
Universidad de Guayaquil.
Susana Guaraca Parreño, de nacionalidad ecuatoriana, es magíster en Diseño Curricular y posee un
diploma superior en Diseño Curricular por Competencias, ambos otorgados por la Universidad de Guayaquil.
Actualmente, se desempeña como docente en el Ministerio de Educación del Ecuador.
LOS AUTORES
Verónica Briones Quito, de nacionalidad ecuatoriana, es licenciada en Ciencias de la Educación con
mención en Comercio Exterior por la Universidad de Guayaquil. Actualmente, se desempeña como docente
titular en Emprendimiento y Gestión en el Ministerio de Educación del Ecuador.
Ramón Solís Zambrano, de nacionalidad ecuatoriana, es maestro en Docencia Universitaria por la
Universidad César Vallejo en Piura, Perú. Actualmente, es docente titular en el área de Matemáticas y
desempeña un rol importante como educador en el Ministerio de Educación del Ecuador.
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