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II. DESARROLLO
La educación ambiental es clave para formar ciudadanos responsables y conscientes de su impacto en el
medio ambiente. Incorporar la educación ambiental en la planificación educativa no solo implica transmitir
conocimientos, sino también promover actitudes y valores que favorezcan el desarrollo sostenible. Es
preocupante que, a pesar de la existencia de lineamientos curriculares, muchas instituciones no implementen
de manera efectiva una cultura ambiental sostenible. Esto puede deberse a la falta de formación docente,
recursos o incluso la priorización de otros temas en el currículo. Por ello, el rol de los docentes es
fundamental. Deben actuar como agentes de cambio, utilizando estrategias didácticas que capten el interés
de los estudiantes y fomenten una conexión emocional con el ambiente. Estas permiten que los estudiantes
no solo comprendan los problemas ambientales, sino que también desarrollen habilidades críticas y creativas
para resolverlos. Además, al trabajar desde la infancia, se pueden sembrar hábitos y valores que persistan en
la vida adulta, así lo afirman diversos autores [6]. Promover una educación ambiental innovadora y efectiva
requiere un esfuerzo conjunto entre docentes, directivos, familias y la comunidad.
La educación ambiental no debería restringirse al aula, sino que debe trascender hacia el entorno familiar y
comunitario. Esto se debe a que los cambios de comportamiento necesarios para enfrentar los desafíos
ambientales requieren un enfoque integral y colaborativo. Involucrar a la familia tiene varios beneficios, como
lo es refuerzo de valores compartidos, donde los niños y jóvenes pueden llevar lo aprendido en el aula a sus
hogares, fomentando el diálogo y la reflexión conjunta sobre prácticas sostenibles, así también, crear hábitos
consistentes con el desarrollo de actividades como el reciclaje, el ahorro de energía o el consumo
responsable en el hogar refuerza lo aprendido en el aula y lo convierte en rutina; cuando la familia se
involucra, las acciones sostenibles no solo afectan a los individuos, sino también al entorno comunitario,
amplificando el impacto positivo, esto lo afirman algunos autores [7].
Diversos autores han desarrollado estudios para evaluar la efectividad de programas educativos centrados
en el uso de plantas como herramienta para mejorar el entorno ambiental entre estudiantes de educación
primaria. Estos programas resultan ser altamente eficaz, ya que no solo mejora la percepción y la calidad del
entorno escolar, sino que también promueve una mayor conciencia ambiental entre los estudiantes [8].
Los proyectos de huertos escolares son una herramienta educativa poderosa que conecta a los estudiantes
con la naturaleza, promoviendo tanto el aprendizaje práctico como valores esenciales para la sostenibilidad.
Al involucrar a los estudiantes en actividades como el cultivo y cuidado de plantas, estos programas logran
múltiples beneficios como lo es fomentar el sentido de responsabilidad ambiental donde los niños desarrollan
un compromiso directo con el cuidado de las plantas y el entorno, aprendiendo la importancia de sus
acciones en el bienestar del medio ambiente, aprendizaje práctico y significativo al trabajar con elementos
vivos, como las plantas, los niños y jóvenes internalizan conceptos de biología, ecología y sostenibilidad de
forma tangible, más allá de la teoría. Además, crea un Impacto intergeneracional donde los programas
trascienden las aulas al promover la transferencia del conocimiento al hogar y la comunidad, fomentando la
participación familiar y fortaleciendo una cultura ambienta, esto lo respaldan algunos autores. [9] .
La teoría del constructivismo creada por Piaget y Vygotsky es un enfoque educativo que enfatiza que el
aprendizaje es un proceso activo y personal, en el que los estudiantes construyen su propio conocimiento a
partir de sus experiencias previas, interacción con el entorno y reflexión. En lugar de recibir información de
manera pasiva, el aprendiz participa de forma activa en el proceso de aprendizaje. Los fundamentos
principales de esta teoría explican que el aprendizaje activo promueve a los estudiantes a ser los
protagonistas de su formación. Construyendo significativamente medios de interacción con el mundo y la
resolución de problemas reales, la importancia de las experiencias previas con cada persona en función de
los conocimientos que ya posee. Estos conocimientos previos actúan como un marco de referencia para
asimilar y relacionar nueva información [10].
ISSN-E: 2542-3401, ISSN-P: 1316-4821
Universidad, Ciencia y Tecnología,
Número Especial 2025, (pp. 9-17)
Cunya G. et al. Promoción de la educación ambiental en estudiantes de educación primaria