I. INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud [1] define la discapacidad como cualquier condición que limite el
desarrollo de una persona en su vida cotidiana, afectando su capacidad de desempeñarse en actividades
consideradas habituales. Esta condición puede estar asociada a factores físicos o motores, intelectuales,
mentales y sensoriales, generando barreras que dificultan su plena participación en la sociedad. En particular,
la discapacidad física o motora, según la misma organización, abarca tanto alteraciones externas en la
estructura corporal como disfunciones en el funcionamiento interno de los órganos, afectando la movilidad y
el desempeño de diversas actividades diarias [2]. También informa que alrededor de dieciséis de cada cien
personas a nivel mundial vive con una discapacidad, cifras similares presenta el Banco Mundial, al indicar que
un poco más del quince por ciento de personas presentan un tipo de discapacidad, resaltando además su
condición de vulnerabilidad.
En los países desarrollados, la discapacidad es un tema ampliamente abordado desde diversas perspectivas,
incluyendo el acceso a la salud, la inclusión social, la accesibilidad en infraestructuras y la participación en la
vida laboral. En general, la prevalencia de la discapacidad en estos países es similar a la de otras regiones del
mundo, afectando aproximadamente entre un 10% y un 20% de la población, dependiendo de factores como
el envejecimiento, la calidad de la atención médica y las condiciones ambientales. Sin embargo, lo que
distingue a los países desarrollados es su enfoque más estructurado y efectivo para la inclusión y atención de
las personas con discapacidad. En naciones como Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania y los países
nórdicos, existen leyes y políticas públicas sólidas que garantizan derechos fundamentales, como la
accesibilidad a la educación, el empleo y la movilidad urbana. Por ejemplo, en Estados Unidos, la Americans
with Disabilities Act (ADA) establece normativas estrictas para la accesibilidad en espacios públicos y privados,
además de garantizar la igualdad de oportunidades laborales. En Europa, la Unión Europea impulsa iniciativas
para la plena inclusión de personas con discapacidad, promoviendo programas de empleo adaptado y
accesibilidad universal.
La calidad de vida de las personas con discapacidad en estos países tiende a ser mayor debido a la
disponibilidad de tecnologías para asistirlos, atención médica avanzada y programas de integración laboral y
educativa. En países como Dinamarca y Suecia, se prioriza la autonomía de las personas con discapacidad a
través de sistemas de asistencia personalizada financiados por el Estado, mientras que en Japón se ha
avanzado en la robótica y la tecnología para mejorar la movilidad y la independencia de las personas con
limitaciones físicas. No obstante, aún persisten desafíos, especialmente en la integración laboral. Aunque
existen leyes de inclusión, muchas personas con discapacidad enfrentan dificultades para acceder a empleos
bien remunerados o que correspondan a sus niveles de formación. En algunos casos, la sobreprotección o la
falta de ajustes razonables en el ámbito laboral pueden generar barreras para la plena participación.
Por otro lado, en los países latinoamericanos, la discapacidad sigue siendo un desafío en términos de
inclusión, acceso a derechos y participación en la vida social y laboral. Si bien ha habido avances significativos
en materia legislativa y de concienciación, aún persisten barreras estructurales y culturales que limitan la
plena integración de las personas con discapacidad. En general, la prevalencia de la discapacidad en la región
es similar a la de otras partes del mundo, oscilando entre el 10% y el 15% de la población, aunque en algunos
países con altos índices de pobreza y deficiencias en los sistemas de salud, esta cifra puede ser mayor debido
a condiciones médicas no tratadas o accidentes laborales y de tránsito. En términos legislativos, muchos
países han adoptado marcos normativos inspirados en la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad (CDPD) de las Naciones Unidas, con leyes que garantizan derechos básicos como la educación
inclusiva, la accesibilidad y la no discriminación. Sin embargo, la implementación de estas normativas es
desigual y varía entre los países. Por ejemplo, en Brasil, la Ley Brasileña de Inclusión de la Persona con
Discapacidad ha sido un referente en la región al establecer medidas concretas para la accesibilidad y la
inserción laboral. México, por su parte, ha avanzado en políticas de inclusión educativa, pero aún enfrenta
obstáculos en la integración laboral efectiva. Argentina y Chile han fortalecido programas de apoyo económico
y asistencia social, pero la infraestructura sigue siendo un problema en muchas ciudades.
ISSN-E: 2542-3401, ISSN-P: 1316-4821
Universidad, Ciencia y Tecnología,
Vol. 29, Núm. 126, (pp. 68-78)
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Ojeda D. Desafíos del acceso al trabajo y la estabilidad laboral para personas con discapacidad motora: responsabilidades sociales y estatales