Programa para el fortalecimiento del liderazgo
en estudiantes de educación básica
Resumen: En este trabajo se ha abordado la importancia del liderazgo estudiantil como elemento clave en el
fortalecimiento de habilidades socioemocionales y en la mejora del ambiente. La investigación se enmarcó de
forma cuantitativa y cuasiexperimental, lo que permitió explorar las dinámicas del liderazgo estudiantil desde
múltiples perspectivas, destacando el análisis de datos obtenidos a través de cuestionarios, pruebas de
hipótesis y evaluaciones pre y post intervención. Los hallazgos revelaron que la implementación de programas
de liderazgo estudiantil genera mejoras significativas en competencias clave como la autoestima, el trabajo en
equipo y la capacidad de resolución de problemas. Además, se identificó que las prácticas pedagógicas activas
y participativas resultaron fundamentales para desarrollar estas habilidades. Las diferencias estadísticas
observadas entre los grupos de control y experimental respaldaron la eficacia de los enfoques propuestos,
especialmente en dimensiones como la influencia idealizada, la inspiración y la consideración individualizada.
Palabras clave: liderazgo estudiantil, competencias socioemocionales, educación inclusiva, desarrollo
académico, estrategias pedagógicas.
ISSN-E: 2542-3401, ISSN-P: 1316-4821
Universidad, Ciencia y Tecnología,
Número Especial 2025, (pp. 249-257)
Paucar I. y Cabezas W. Programa para el fortalecimiento del liderazgo en estudiantes de educación básica
*Irma del Rocío Paucar López
https://orcid.org/0009-0002-6951-6470
P7002275883@ucvvirtual.edu.pe
Universidad César Vallejo
Piura - Perú
249
Recibido (06/10/2024), Aceptado (13/11/2024)
https://doi.org/10.47460/uct.v29iSpecial.929
Program for the strengthening of leadership in basic education students
Abstract.- This study examines student leadership as a critical factor in enhancing socio-emotional skills and
environmental improvement. Using a quantitative, quasi-experimental methodology, the research investigated
student leadership dynamics through multiple analytical approaches, including questionnaire data analysis,
hypothesis testing, and pre-post intervention assessments. Results demonstrated that student leadership
program implementation produced significant improvements in core competencies including self-esteem,
teamwork capacity, and problem-solving abilities. The research identified active and participatory pedagogical
strategies as essential for skill development. Statistical analyses revealed significant differences between
control and experimental groups, confirming the effectiveness of the proposed approaches, particularly in
dimensions of idealized influence, inspirational motivation, and individualized consideration.
Keywords: student leadership, socio-emotional competencies, inclusive education, academic development,
pedagogical strategies.
Tipo de artículo: artículo de investigación
*Autor de correspondencia: P7002275883@ucvvirtual.edu.pe
Wellington Franklin Cabezas Galarza
https://orcid.org/0009-0009-6691-8731
wellington.cabezas@educacion.gob.ec
Ministerio de Educación del Ecuador
Quito-Ecuador
I. INTRODUCCIÓN
En los últimos años, el liderazgo estudiantil ha evolucionado hacia un enfoque más colaborativo y
participativo, demostrando una mayor capacidad para influir en su entorno escolar y más allá, abordando
temas como la inclusión, la diversidad, la justicia social y el bienestar mental, todo ello, a través de iniciativas
estudiantiles, clubes y organizaciones estudiantiles, los líderes emergentes están promoviendo la participación
estudiantil, facilitando espacios de diálogo y acción, y contribuyendo a crear comunidades escolares más
inclusivas y orientadas hacia el cambio positivo. En un mundo donde los jóvenes están cada vez más
conscientes de los desafíos que enfrentan, el liderazgo estudiantil emerge como una fuerza dinámica y
transformadora que impulsa la innovación, la colaboración y el empoderamiento de las voces juveniles en la
sociedad [1].
Sin embargo, la realidad mundial muestra que existen inconvenientes en el desarrollo de líderes estudiantiles,
revelando que más del 40% de toda la población infantil, aproximadamente trecientos cincuenta millones de
niños, requieren asistencia de cuidado de los que no gozan [2]. Esto implica que, una excesiva cantidad de
niños pasan el tiempo en ambientes inapropiados y poco inspiradores, que no son los más idóneos para
impulsar un cambio social y propiciar líderes que promuevan mejoras sociales, que favorezcan su entorno y
que desarrollen su potencial en pro de sociedades más equitativas, justas y económicamente estables. Por su
parte la UNESCO [3] indica que, 246 millones de estudiantes a nivel mundial enfrentan violencia en las
escuelas y sus alrededores, lo que representa un serio obstáculo para su desarrollo educativo, así como para
su bienestar físico y mental, esto en ocasiones se atribuye a la falta de líderes juveniles, lo que contribuye al
poco desarrollo integral de los estudiantes, lo cual priva a los jóvenes de modelos a seguir positivos y limita
sus oportunidades para aprender habilidades de liderazgo y participación activa en la comunidad escolar.
En Latinoamérica, el Banco de Desarrollo de América Latina CAF, identificó la necesidad de capacitar al
talento joven de la región, porque persiste un vacío en la representación juvenil, en temas de interés y
preocupaciones en los ámbitos sociales, políticos y económicos. También resalta la escasez de oportunidades
para el progreso de habilidades de liderazgo, la escasez de modelos a seguir dentro de la comunidad joven, y
la falta de incentivos para involucrarse en actividades cívicas y sociales [4]. En Honduras, el liderazgo
estudiantil se preocupa poco por la marcada desigualdad social y al racismo estructural que obstaculiza y
limita las iniciativas y demandas de desarrollo comunitario. Esto se debe, a que no ha existido formación en
liderazgo, obstaculizando así experiencias de aprendizaje integrales [5]. En Perú, un estudio demuestra que
existe un 20% de estudiantes que manifiestan no tener un modelo de líder juvenil. Otro 40% indican que no
cuentan con estimulación intelectual de programas de formación y mentoría que los empodere y les brinde
las herramientas necesarias para liderar el cambio [6].
En Ecuador, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO [7] en su estudio encontró que, el
motor transformador del plan educativo era formar jóvenes líderes, para desterrar en los estudiantes la poca
capacidad de acción sobre los conflictos, la difusión y escala de los conocimientos adquiridos. De igual
manera, el Ministerio de Educación del Ecuador [8] se dedica a colaborar con los estudiantes para promover
la coordinación y el liderazgo entre los jóvenes y niños, una faceta que actualmente tiene una presencia
limitada en las instituciones educativas. Además, el Acuerdo No. MIES-2022-026 en el apartado de la Ley de
juventud en su artículo 14, literal f), dispone que las instituciones educativas deben promocionar y capacitar
jóvenes líderes.
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II. DESARROLLO
El liderazgo estudiantil es un componente esencial dentro de los entornos educativos, ya que promueve el
desarrollo de competencias clave para la vida personal, académica y profesional de los estudiantes. Se
entiende como la capacidad de los alumnos para influir de manera positiva en su entorno, fomentar la
colaboración y generar propuestas que impulsen mejoras en la comunidad educativa. Este tipo de liderazgo
trasciende la toma de decisiones, ya que se centra en el crecimiento personal y social de los estudiantes,
estimulando habilidades como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la empatía y el pensamiento
crítico.
El liderazgo estudiantil no solo beneficia al individuo que lo ejerce, sino que también tiene un impacto en el
colectivo, fortaleciendo la cohesión grupal y la capacidad de resolver problemas de manera conjunta. A través
de la implementación de programas y estrategias educativas, los estudiantes tienen la oportunidad de
desarrollar su potencial de liderazgo mediante la práctica de valores éticos, la asunción de responsabilidades
y la promoción del respeto y la inclusión. En contextos educativos, este liderazgo fomenta un ambiente
dinámico donde los estudiantes se convierten en agentes de cambio, contribuyendo activamente al desarrollo
de su institución y, en ocasiones, de su comunidad. Así, el liderazgo estudiantil no solo es un mecanismo de
aprendizaje, sino también una herramienta para construir sociedades más justas, participativas y preparadas
para enfrentar los desafíos del futuro.
A. Antecedentes
Autores como Cáceres y Yangaly [9] evaluaron la influencia de un programa formativo en la mejora de las
competencias en liderazgo y trabajo en equipo de los estudiantes. Revelando que la formación adecuada y
con guías especializados, aporta un progreso en las aptitudes de liderazgo y responsabilidad en equipo por
parte de los estudiantes. Estas iniciativas contribuyen a las mejoras en las actitudes estudiantiles, reforzando
la seguridad en si mismos y la confianza en sus compañeros para la generación de propuestas de cambio en
pro del bien común. Por otra parte, Ruiz et al. [10] evaluaron el impacto de un programa de liderazgo sobre la
autoestima de estudiantes en Paraguay, mostrando mejoras significativas en áreas social, académica, familiar
y general. Este estudio destaca cómo la implementación de programas formativos puede fomentar el
desarrollo integral de los estudiantes, fortaleciendo su autoestima y confianza en diversos ámbitos de su vida,
lo que resulta crucial para su crecimiento personal y profesional.
Díaz [11] analizó en Colombia las diferencias de género en la práctica del liderazgo transformacional,
concluyendo que tanto mujeres como hombres presentan comportamientos similares en este ámbito. Este
estudio refuerza la idea de que el género no influye significativamente en las competencias de liderazgo
transformacional, destacando la importancia de promover modelos que favorezcan prácticas universales y
efectivas de liderazgo en diversos contextos. Así mismo, Borbor [12], en un estudio realizado en Perú, evaluó
el impacto de un programa de liderazgo estudiantil en el entorno laboral de las instituciones educativas. Los
resultados revelaron una notable mejora en la percepción del ambiente profesional, atribuida al uso de
metodologías activas y participativas dirigidas a estudiantes, docentes y directivos. Este estudio subraya cómo
los programas de liderazgo pueden fortalecer significativamente el contexto laboral en el ámbito educativo,
promoviendo entornos más colaborativos y efectivos.
Pinilla et al. [13] evaluaron el nivel de alineación integral de liderazgo alcanzado por estudiantes de
educación básica a través de la asignatura de educación física. Los resultados indicaron mejoras significativas
en las percepciones estudiantiles tras la aplicación de métodos pedagógico-didácticos, destacando su
contribución a la formación integral de líderes. Este estudio resalta la relevancia de la educación física como
un medio para fortalecer habilidades éticas y socioemocionales en los escolares, promoviendo el desarrollo
integral en contextos educativos.
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B. Características de líder estudiantil
Un líder estudiantil debe poseer una serie de características que le permitan influir positivamente en su
entorno académico y social, además de guiar a sus compañeros hacia el logro de objetivos comunes. Entre las
principales características destacan las siguientes:
Un líder estudiantil debe ser capaz de expresar sus ideas de manera clara y asertiva, así como escuchar
activamente a los demás. La capacidad de transmitir mensajes de forma persuasiva y respetuosa es
fundamental para fomentar la cooperación y el entendimiento.
1.
La capacidad de ponerse en el lugar de los demás y comprender sus emociones y necesidades es crucial.
Un buen líder estudiantil debe ser inclusivo, respetuoso de las diferencias y capaz de promover un
ambiente de apoyo mutuo.
2.
Un líder no solo dirige, sino que colabora. Debe ser capaz de trabajar junto a sus compañeros, fomentar la
participación y valorar las contribuciones de todos, reconociendo que el éxito es colectivo.
3.
La puntualidad, la capacidad de cumplir con sus responsabilidades y el compromiso con las metas
comunes son esenciales. Un líder estudiantil debe ser un ejemplo para los demás en cuanto a ética y
dedicación.
4.
Un líder efectivo tiene la habilidad de visualizar el futuro y anticipar las necesidades del grupo. Debe ser
proactivo en la búsqueda de soluciones y en la propuesta de iniciativas que beneficien a la comunidad
estudiantil.
5.
Un líder estudiantil debe ser capaz de analizar situaciones complejas, tomar decisiones informadas y
resolver conflictos de manera pacífica, promoviendo el consenso y la justicia.
6.
Un buen líder debe ser una fuente de motivación para sus compañeros, mostrando entusiasmo y
confianza en los proyectos que emprenden juntos. Inspirar a otros a dar lo mejor de mismos es una
cualidad esencial.
7.
Los desafíos y cambios son inevitables. Un líder estudiantil debe ser flexible, capaz de adaptarse a nuevas
circunstancias y mantener la calma y la determinación frente a las dificultades.
8.
Un líder debe saber priorizar tareas y gestionar eficientemente su tiempo y el de su equipo para cumplir
con los objetivos establecidos.
9.
Finalmente, un líder estudiantil debe ser un modelo de integridad, actuando con honestidad, justicia y
respeto hacia los demás, promoviendo siempre el bien común.
10.
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III. METODOLOGÍA
El trabajo tuvo un enfoque cuantitativo aplicado con diseño cuasiexperimental. Consistió en evaluar la
efectividad de un programa educativo basado en la formación de líderes juveniles en ambientes educativos,
para ello se formularon las siguientes variables:
Variable independiente: programa educativo, cuyas dimensiones fueron: la autopercepción, el reemplazo
de creencias, las afirmaciones, el cuestionamiento socrático, y la escritura expresiva. Se evaluó mediante
evaluaciones de desempeño, observaciones durante las sesiones y encuestas de satisfacción al finalizar el
programa.
Variable dependiente: liderazgo estudiantil, cuyas dimensiones fueron: la influencia idealizada, inspiración,
estimulación intelectual, y la consideración individualizada. Fue evaluada mediante un cuestionario de
liderazgo estudiantil, con escala ordinal tipo Likert.
El programa estuvo compuesto por 15 sesiones de 45 minutos cada una (Tabla 1), aplicadas al grupo
experimental, mientras que el grupo de control recibió orientaciones tradicionales sin una estructura definida.
La muestra estuvo compuesta por 90 estudiantes de educación básica, que conformaron los grupos de
control y experimental con 45 personas en cada uno.
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RESULTADOS
En la tabla 2 se presentan las diferencias en los niveles de liderazgo estudiantil entre grupos de control y
experimental, tanto en la entrada como en la salida del programa. En la entrada, tanto el grupo control como
el experimental presentan niveles bajos de liderazgo predominantes (88,89%), con muy pocos estudiantes
ubicados en los niveles medio (8,89%-11,11%) y alto (2,22%-0,00%). Esto sugiere una distribución inicial
homogénea en ambos grupos, donde la mayoría de los estudiantes tenía habilidades de liderazgo limitadas al
inicio del estudio.
En la salida, se observan cambios significativos en el grupo experimental. Mientras que el grupo control
mantiene una distribución similar a la inicial (91,11% en nivel bajo y solo 8,89% en nivel medio), el grupo
experimental muestra un cambio notable: el porcentaje en nivel alto de liderazgo aumenta drásticamente al
84,44%, y el nivel bajo cae significativamente al 2,22%. Esto indica que el programa tuvo un impacto
considerable en el desarrollo del liderazgo en los estudiantes del grupo experimental.
En términos globales, 67,78% de los estudiantes permanecen en el nivel bajo de liderazgo, lo que refleja la
resistencia al cambio en los estudiantes que no participaron en el programa. Sin embargo, el 21,67% de los
estudiantes alcanza el nivel alto, lo cual está directamente asociado al impacto positivo del programa en el
grupo experimental.
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Tabla 1. Guía de observación.
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Tabla 2. Tabla cruzada de las variables del estudio.
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Al evaluar la influencia idealizada, se revelan diferencias significativas en los distintos niveles, entre los grupos
de entrada y salida, tanto en las condiciones control como experimental. En la entrada, ambos grupos (control
y experimental) tienen una distribución similar, con una mayoría de estudiantes clasificados en el nivel bajo de
influencia idealizada (84,44% y 93,33%, respectivamente). Esto indica que la habilidad de influencia idealizada
era inicialmente limitada en ambos grupos. Solo una pequeña proporción de estudiantes se ubicó en el nivel
medio (15,56% en el control y 6,67% en el experimental), y ninguno alcanzó el nivel alto.
En la salida, el grupo experimental muestra una transformación notable. El porcentaje de estudiantes en el
nivel bajo disminuye drásticamente al 4,44%, mientras que el nivel alto aumenta significativamente hasta el
73,33%. Este cambio sugiere que el programa aplicado en el grupo experimental fue altamente efectivo en el
desarrollo de la influencia idealizada. En contraste, el grupo control muestra una leve variación, con un 86,67%
de estudiantes aún en el nivel bajo y solo un pequeño incremento en el nivel medio (13,33%). No se
registraron estudiantes en el nivel alto en este grupo. En términos generales, 67,22% de los estudiantes
permanecen en el nivel bajo de influencia idealizada, lo que refleja la persistencia de bajos niveles en el grupo
control. Sin embargo, el 18,33% de los estudiantes alcanza el nivel alto, una proporción que corresponde
exclusivamente al grupo experimental y destaca el impacto positivo del programa implementado.
Por otra parte, se midió la dimensión inspiración, observándose que existen diferencias significativas en los
niveles entre los grupos de entrada y salida, tanto en el control como en el experimental. Los resultados
evidencian cómo el programa aplicado impacta de manera positiva en el desarrollo de esta competencia en el
grupo experimental, en comparación con el grupo control. En la entrada, tanto el grupo control como el
experimental tienen una alta proporción de estudiantes en el nivel bajo de inspiración (88,89% y 91,11%,
respectivamente). El nivel medio es marginal, con porcentajes similares en ambos grupos (8,89%), y el nivel
alto está prácticamente ausente (2,22% en el control y 0% en el experimental). Esto muestra que los
estudiantes comienzan con niveles comparables y predominantemente bajos en esta dimensión.
En la salida, se observan diferencias significativas entre los dos grupos. En el grupo control, los resultados
permanecen prácticamente estables, con un 91,11% de estudiantes en el nivel bajo y solo un ligero
incremento en los niveles medio y alto (6,67% y 2,22%, respectivamente). En contraste, el grupo experimental
experimenta una transformación notable. La proporción de estudiantes en el nivel bajo disminuye
significativamente al 6,67%, mientras que el nivel alto aumenta a un impresionante 71,11%. Esto indica que el
programa aplicado al grupo experimental fue altamente efectivo para desarrollar la inspiración como
competencia clave. En términos generales, el 69,44% de los estudiantes permanece en el nivel bajo, debido a
la alta proporción de participantes del grupo control que no experimentaron mejoras sustanciales. Sin
embargo, el 18,89% de los estudiantes alcanza el nivel alto, un cambio impulsado principalmente por los
avances en el grupo experimental. Este resultado resalta la eficacia de las intervenciones dirigidas para
fomentar competencias de liderazgo.
Al evaluar la estimulación intelectual, se pudo confirmar que existen diferencias significativas entre los
grupos de entrada y salida, particularmente en el grupo experimental. Al inicio, tanto el grupo control como el
experimental presentan una mayoría de estudiantes en el nivel bajo (84,44% y 88,89%, respectivamente), con
una presencia mínima en el nivel alto. En la salida, el grupo experimental muestra una mejora notable, con
una drástica reducción al 2,22% en el nivel bajo y un incremento significativo al 68,89% en el nivel alto. En
contraste, el grupo de control mantiene niveles similares a los de entrada, con una ligera disminución en el
nivel bajo y un incremento marginal en el nivel medio. Estos resultados subrayan la efectividad de las
intervenciones aplicadas al grupo experimental para fomentar la estimulación intelectual, destacando su
potencial en el desarrollo de competencias clave en los estudiantes.
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Asimismo, al evaluar la dimensión asociada a la consideración individualizada, se pudo observar que existen
diferencias significativas entre los grupos de entrada y salida, especialmente en el grupo experimental. Al
inicio, ambos grupos presentan una alta concentración de estudiantes en el nivel bajo (86,67%), sin variación
en el nivel alto. En la salida, el grupo experimental muestra una mejora notable, con una reducción del nivel
bajo al 4,44% y un incremento significativo al 71,11% en el nivel alto. Por otro lado, el grupo de control
mantiene niveles similares a los de entrada, con una ligera disminución en el nivel medio y un aumento
marginal en el nivel bajo. Estos resultados destacan la eficacia de las intervenciones en el grupo experimental
para promover prácticas de consideración individualizada, un componente clave en el liderazgo y la
interacción personalizada.
A. Pruebas estadísticas
La tabla 3 presenta un análisis de normalidad mediante la prueba Shapiro-Wilk, evaluando las dimensiones
del liderazgo en estudiantes y sus componentes específicos en los grupos de entrada y salida (control y
experimental). Los resultados muestran que, en general, ninguna de las variables cumple con los supuestos
de normalidad, ya que los valores de significancia (Sig.) son menores a 0,05 en todas las mediciones. Esto
implica que las distribuciones de las dimensiones evaluadas no son normales, lo que puede influir en la
elección de los métodos estadísticos adecuados para analizar los datos.
En el liderazgo general de los estudiantes, se observa una mayor desviación de la normalidad en el grupo de
entrada control (Estadístico = 0,906, Sig. = 0,001) en comparación con los demás grupos, lo que sugiere
diferencias iniciales en la distribución de la variable entre los grupos. Las dimensiones específicas del
liderazgo, como la influencia idealizada, la inspiración, la estimulación intelectual y la consideración
individualizada, presentan patrones similares, destacándose particularmente el grupo de salida experimental,
donde las distribuciones son las menos ajustadas a la normalidad (ejemplo: influencia idealizada, Sig. = 0,000).
Estos resultados son relevantes para el tema de estudio, ya que subrayan la necesidad de utilizar análisis no
paramétricos para evaluar los cambios en las dimensiones del liderazgo y garantizan que las conclusiones se
ajusten a las características de los datos. Además, resaltan la importancia de intervenir para mejorar aspectos
específicos del liderazgo, como la influencia idealizada y la inspiración, que muestran mayor variabilidad entre
los grupos.
Tabla 3. Prueba de normalidad.
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B. Comprobación de hipótesis
La tabla 4 presenta un análisis comparativo de los rangos promedio de las mediciones de liderazgo en
estudiantes, distinguiendo entre los grupos de control y experimental tanto en las etapas de entrada como de
salida. Utilizando la prueba U de Mann-Whitney, se evalúa si existen diferencias significativas entre los grupos.
En la etapa de entrada, los rangos promedio del grupo control (45,84) y el experimental (45,16) son muy
similares, lo que se refleja en una significancia asintótica (bilateral) de 0,900. Esto indica que no hay diferencias
estadísticamente significativas entre los grupos en el nivel inicial de liderazgo, lo que sugiere una base
homogénea antes de la intervención.
En contraste, en la etapa de salida, el grupo experimental muestra un rango promedio significativamente
mayor (67,90) que el grupo control (23,10). Esta diferencia es estadísticamente significativa con una
significancia asintótica de 0,000, lo que indica que la intervención aplicada al grupo experimental tuvo un
impacto notable en el desarrollo del liderazgo estudiantil. En general, estos resultados destacan la efectividad
de la estrategia aplicada al grupo experimental, evidenciada por una mejora significativa en el liderazgo
estudiantil en comparación con el grupo control. Esto refuerza la importancia de implementar intervenciones
específicas para fomentar el liderazgo en entornos educativos.
Tabla 4. Comprobación de hipótesis.
Estos resultados revelan que el programa educativo influye positivamente en las habilidades de liderazgo de
los estudiantes, siendo necesario una revisión continua para su ajuste según las características del contexto y
de la comunidad estudiantil.
CONCLUSIONES
El análisis de los resultados obtenidos evidencia la importancia de implementar programas educativos
estructurados y diseñados específicamente para fomentar el liderazgo en estudiantes. Las diferencias
significativas entre los grupos de control y experimental reflejan cómo una intervención bien planificada
puede transformar de manera positiva las competencias socioemocionales y de liderazgo, contribuyendo a la
formación integral de los estudiantes y preparándolos para desempeñarse en roles de influencia dentro y
fuera del ámbito académico.
Los hallazgos destacan la necesidad de considerar enfoques pedagógicos personalizados que se adapten a
las necesidades específicas de los estudiantes. La notable mejora en el grupo experimental sugiere que las
estrategias innovadoras y las metodologías activas, como las dinámicas grupales y los enfoques basados en
proyectos, resultan esenciales para promover habilidades como la influencia, la inspiración y la estimulación
intelectual, pilares fundamentales del liderazgo efectivo.
Las implicaciones del estudio subrayan el papel central de las instituciones educativas en el desarrollo de
competencias de liderazgo. Al proporcionar un entorno que fomente el aprendizaje activo y participativo, se
refuerza no solo el rendimiento académico, sino también habilidades transversales como la resolución de
conflictos, la toma de decisiones y la gestión de equipos, todas ellas cruciales para los desafíos del mundo
actual.
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Este tipo de investigaciones también ponen en evidencia la relevancia de medir y evaluar los resultados de
las intervenciones educativas utilizando herramientas robustas y análisis estadísticos detallados. La capacidad
de identificar con precisión las áreas de mejora y las fortalezas del programa implementado es clave para
ajustar y optimizar estrategias futuras, asegurando un impacto sostenible y significativo.
El estudio plantea una reflexión sobre la importancia de incluir la formación en liderazgo como parte integral
de los currículos educativos. La capacidad de inspirar y guiar a otros es una competencia valiosa no solo en el
ámbito profesional, sino también en el desarrollo personal y social de los estudiantes, lo que refuerza su rol
como agentes de cambio en sus comunidades y en la sociedad en general.
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